El Día de Reyes, celebrado cada 6 de enero, conmemora la llegada de los tres Reyes Magos al portal de Belén para adorar al Niño Jesús. Según la tradición cristiana, Melchor, Gaspar y Baltasar viajaron desde tierras lejanas guiados por una estrella, llevando regalos de oro, incienso y mirra, cada uno con un significado espiritual: realeza, divinidad y humanidad.
Cuando vivía en Venezuela, el Día de Reyes era un cierre sencillo de la Navidad. No había mucha celebración, pero sí recordaba que era el día en el que llegaban los dulces y me encantaba.
Al llegar a Austin, descubrí que en otros países esta festividad es mucho más que un acto simbólico. Por ejemplo, en México la Rosca de Reyes es un clásico: un pan dulce con frutas cristalizadas y un muñeco escondido que trae bendiciones… ¡y el compromiso de hacer tamales el Día de la Candelaria si te toca! Es decir que la fiesta no termina hasta el 2 de febrero.
En Puerto Rico, apenas me enteré que los niños ponen hierba para los camellos, y en España, es una gran celebración con la Cabalgata de Reyes que llena las calles de música y luces. Cada país celebra con su estilo, pero el mensaje es el mismo: compartir, agradecer y mantener viva la magia navideña.
Una invitación a reflexionar:
El Día de Reyes no solo celebra la generosidad de los Magos, sino que nos recuerda la importancia de dar sin esperar nada a cambio. Es un momento para reflexionar sobre nuestras propias ofrendas: ¿qué podemos aportar al mundo, a nuestras familias y a nosotros mismos?
Este año, mientras me preparo para disfrutar de una rebanada de rosca aquí en Austin, pienso en cómo estas tradiciones, aunque diferentes, comparten un mensaje común: generosidad, fe y conexión.
¿Y tú? ¿Cómo celebras el Día de Reyes? Que esta fecha te inspire a seguir fabricando felicidad en tu vida y en quienes te rodean.
Por: Ana Caremi
